Pressing Político
APOCALIPSIS
Luis G. Sánchezcaballero Rigalt
«La humanidad tiene un margen de mil años antes de autodestruirse a manos de sus avances científicos y tecnológicos»/ Stephen Hawkins
En el lenguaje cotidiano apocalipsis se usa como sinónimo de catástrofe, una situación desastrosa que evoca la destrucción total.
Esta semana ha resultado más que complicada para la paz mundial. Joe Biden ha autorizado a Ucrania el uso de sus misiles de largo alcance ATACMS, permitiéndole atacar objetivos en territorio ruso.
La decisión de Biden responde a varias razones que hacen que el conflicto esté en un nuevo escenario.
Trump ha manifestado en varias ocasiones su intención de buscar una solución más diplomática al conflicto entre Rusia y Ucrania, lo que podría limitar el flujo de armas a Kiev. Por ello, Biden busca maximizar las capacidades defensivas y ofensivas de Ucrania antes de ese posible cambio.
De acuerdo cona información del informe 2024 del Instituto para la Economía y La Paz, en estos momentos hay en el mundo 56 conflictos bélicos en donde están involucrados 92 países: Afganistán, Azerbaiyán, Burkina Faso, República Centroafricana, República Democrática de Congo, Etiopía, Haití, Irak, Israel, Malí, México, Myanmar, Níger, Palestina, Rusia, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Siria, Ucrania, Yemen, por mencionar algunos.
Esto representa una cantidad mayor de países involucrados desde la Segunda Guerra Mundial y algunos de ellos amenazan con tener una mayor escalada.
Pero existen otros conflictos que están latentes, como es el caso de Estados Unidos y China en el caso de Taiwán por la posible invasión del gigante asiático. Xi Jinping ha prometido la reunificación por lo que ha ordenado ejercicios militares con aviones de combate y portaaviones en las aguas que rodean Taiwán.
Evidentemente uno de los posibles escenarios sería de un bloqueo total de la isla Taiwanesa, lo que podría provocar una enorme repercusión económica en todo el mundo.
Paradójicamente el 21 de septiembre se conmemoró el Día Internacional de la Paz.
Dicha conmemoración se dio en un contexto marcado por un número récord de conflictos activos, lo que nos indica que los mecanismos internacionales que surgieron con posterioridad a la segunda guerra mundial, y que tenían como misión mediar los conflictos entre las naciones, han quedado muy rebasadas.
Esta sería la síntesis del fracaso de la diplomacia ante la inminencia de una escalada bélica de mayor envergadura.
En términos económicos el contraste también es alarmante. Simplemente en 2023 la violencia tuvo un costo global de 19,1 billones de dólares en tanto la inversión en actividades de mantenimiento y construcción de la paz apenas representó el 0,6 por ciento del gasto militar global.
Es evidente que los llamados a la paz suenan retóricos y algo ingenuos, si no se hacen esfuerzos serios para controlar la escalada, sobre todo porque ya se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de usar armamento nuclear, lo que ya en sí mismo representa palabras mayores.
Esto nos enseña que el discurso de la polarización no tiene límites y si muchos costos económicos y víctimas.
Amén de todo lo anterior, los conflictos dentro de algunos países también se agudizan; Nicaragua, Perú, Venezuela, Bolivia, Brasil, por mencionar solo algunos de este lado del continente, colocan el escenario mundial sumamente delicado para el año que se avecina que, por cierto, se inaugurara con nuevo jugador en el tablero; Donald Trump.
La naturaleza de los conflictos y la violencia han cambiado mucho desde que se fundaron las Naciones Unidas, se han producido avances tecnológicos como instrumentos. Para la guerra como la utilización de bots, los drones, los ciberataques entre otros, son amenazas nuevas, más complejas y sofisticadas que exigen respuestas más creativas y de mayor compromiso.
Sería catastrófico empezar a hablar sobre el futuro de la humanidad, apenas llegado a un cuarto de este siglo XXI. Dicho sea, sin ánimos alarmistas.
APOCALIPSIS
Luis G. Sánchezcaballero Rigalt
«La humanidad tiene un margen de mil años antes de autodestruirse a manos de sus avances científicos y tecnológicos»/ Stephen Hawkins
En el lenguaje cotidiano apocalipsis se usa como sinónimo de catástrofe, una situación desastrosa que evoca la destrucción total.
Esta semana ha resultado más que complicada para la paz mundial. Joe Biden ha autorizado a Ucrania el uso de sus misiles de largo alcance ATACMS, permitiéndole atacar objetivos en territorio ruso.
La decisión de Biden responde a varias razones que hacen que el conflicto esté en un nuevo escenario.
Trump ha manifestado en varias ocasiones su intención de buscar una solución más diplomática al conflicto entre Rusia y Ucrania, lo que podría limitar el flujo de armas a Kiev. Por ello, Biden busca maximizar las capacidades defensivas y ofensivas de Ucrania antes de ese posible cambio.
De acuerdo cona información del informe 2024 del Instituto para la Economía y La Paz, en estos momentos hay en el mundo 56 conflictos bélicos en donde están involucrados 92 países: Afganistán, Azerbaiyán, Burkina Faso, República Centroafricana, República Democrática de Congo, Etiopía, Haití, Irak, Israel, Malí, México, Myanmar, Níger, Palestina, Rusia, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Siria, Ucrania, Yemen, por mencionar algunos.
Esto representa una cantidad mayor de países involucrados desde la Segunda Guerra Mundial y algunos de ellos amenazan con tener una mayor escalada.
Pero existen otros conflictos que están latentes, como es el caso de Estados Unidos y China en el caso de Taiwán por la posible invasión del gigante asiático. Xi Jinping ha prometido la reunificación por lo que ha ordenado ejercicios militares con aviones de combate y portaaviones en las aguas que rodean Taiwán.
Evidentemente uno de los posibles escenarios sería de un bloqueo total de la isla Taiwanesa, lo que podría provocar una enorme repercusión económica en todo el mundo.
Paradójicamente el 21 de septiembre se conmemoró el Día Internacional de la Paz.
Dicha conmemoración se dio en un contexto marcado por un número récord de conflictos activos, lo que nos indica que los mecanismos internacionales que surgieron con posterioridad a la segunda guerra mundial, y que tenían como misión mediar los conflictos entre las naciones, han quedado muy rebasadas.
Esta sería la síntesis del fracaso de la diplomacia ante la inminencia de una escalada bélica de mayor envergadura.
En términos económicos el contraste también es alarmante. Simplemente en 2023 la violencia tuvo un costo global de 19,1 billones de dólares en tanto la inversión en actividades de mantenimiento y construcción de la paz apenas representó el 0,6 por ciento del gasto militar global.
Es evidente que los llamados a la paz suenan retóricos y algo ingenuos, si no se hacen esfuerzos serios para controlar la escalada, sobre todo porque ya se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de usar armamento nuclear, lo que ya en sí mismo representa palabras mayores.
Esto nos enseña que el discurso de la polarización no tiene límites y si muchos costos económicos y víctimas.
Amén de todo lo anterior, los conflictos dentro de algunos países también se agudizan; Nicaragua, Perú, Venezuela, Bolivia, Brasil, por mencionar solo algunos de este lado del continente, colocan el escenario mundial sumamente delicado para el año que se avecina que, por cierto, se inaugurara con nuevo jugador en el tablero; Donald Trump.
La naturaleza de los conflictos y la violencia han cambiado mucho desde que se fundaron las Naciones Unidas, se han producido avances tecnológicos como instrumentos. Para la guerra como la utilización de bots, los drones, los ciberataques entre otros, son amenazas nuevas, más complejas y sofisticadas que exigen respuestas más creativas y de mayor compromiso.
Sería catastrófico empezar a hablar sobre el futuro de la humanidad, apenas llegado a un cuarto de este siglo XXI. Dicho sea, sin ánimos alarmistas.
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