Lino Calderón/ Angel Iturralde
Este 10 de junio se cumplen 50 años de la matanza estudiantil del Jueves de Corpus, también conocida como El Halconazo debido a la participación de un grupo paramilitar identificado con el nombre Halcones, momento en el que una manifestación estudiantil que marchaba por las calles de la Ciudad de México en apoyo a los estudiantes de Monterrey, fue reprimida violentamente por este grupo paramilitar al servicio del Estado.
Aquel 10 de junio de 1971, Jueves de Corpus, decenas de estudiantes se manifestaban pro las calles de la capital del país cuando fueron agredidos por un grupo de personas identificadas después como Los Halcones; de acuerdo con reportes no oficiales al menos 120 jóvenes estudiantes de entre 14 y 22 años fueron asesinados a tiros por el grupo paramilitar; por este hecho días después renunciaron a sus cargos el Regente capitalino Alfonso Martínez Domínguez y el Jefe de la Policía capitalina Rogelio Flores Curiel.
El entonces presidente de México Luis Echeverría Álvarez se deslindó de la masacre, sin embargo nunca se dio una versión oficial de respecto a los hechos que volvieron a empañar de sangre de estudiantes las calles de la CDMX; la versión de la masacre fue siempre negada desde la versión oficial y por los sangrientos hechos nadie se responsabilizó. Hasta ahora, al cumplirse medio siglo de la masacre, ninguno de los responsables tanto intelectuales como materiales ha rendido cuentas y siguen protegidos bajo la sombra de la impunidad, la cual sigue cubriendo diversas etapas oscuras de la historia del México contemporáneo.
Tras la masacre estudiantil del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco en México se desarrollaron las Olimpiadas y siguió la elección presidencial de 1970, la cual llevó al poder a Luis Echeverría Álvarez, antes Secretario de Gobernación, como sucesor de Gustavo Díaz Ordaz. Al poco de llegar al poder, el mandatario electo anunció reformas para concretar la apertura democrática en México, para lo cual permitió el regreso de algunos líderes estudiantiles del movimiento del 68, quienes se encontraban exiliados en Chile.
También permitió la excarcelación de otros presos políticos que llevaban en prisión más de dos años; incluso dos meses antes de la Masacre del Jueves de Corpus, el entonces presidente habló a la prensa en donde se refirió a futuras reformas educativas, lo que despertó el entusiasmo de los estudiantes quienes vieron la oportunidad e volver a las calles para poder manifestarse contra el Gobierno.
El motivo idóneo lo hallaron en el conflicto estudiantil que mantenía en ese entonces la Universidad Autónoma de Nuevo Léon; luego que a finales de 1970 tanto profesores como estudiantes de la universidad presentaron una ley orgánica que proponía un gobierno paritario y el 20 de febrero de 1971 llegó Héctor Ulises Leal Flores a la rectoría bajo esta nueva ley. No obstante, esto no gusto nada al gobierno estatal, presidido por Eduardo A. Elizondo Lozano, quien mandó realizar un recorte al presupuesto universitario y obligó al Consejo Universitario a aprobar un nuevo proyecto de ley que prácticamente suprimía la autonomía de la UANL.
Este accionar llevó a los estudiantes a iniciar una huelga para la cual pidieron la solidaridad de las demás universidades del país; de manera casi inmediata la UNAM y el IPN respondieron al llamado y convocaron a una manifestación a desarrollarse el 10 de junio en apoyo a los estudiantes de la UANL. Pese a la renuncia del gobernador Eduardo A. Elizondo Lozano el 30 de mayo y a la entrada en vigor, el 5 de junio, de una nueva ley orgánica que presumiblemente resolvía el conflicto, los estudiantes capitalinos decidieron manifestarse.
El Comité Coordinador de Comités de Lucha (CoCo) se dividió entre quienes aseguraban que la realización de la marcha ya no tenía sentido y que solo provocaría al gobierno, y aquellos que querían salir a manifestarse debido a que, argumentaron, había todavía muchos asuntos sin resolver. Entre las peticiones estaban una evidente efectividad en la apertura democrática prometida por el presidente Luis Echeverría, además que veían en esta marcha una oportunidad para que el gobierno mostrara que no sería represor como el que le precedió. Por lo que finalmente la mayoría se inclinó por realizar la marcha.
La manifestación, que congregó a alrededor de 8 mil estudiantes, programada para el Jueves de Corpus Christi comenzaría en el Casco de Santo Tomás y recorrería las avenidas Carpio y de los Maestros, para salir a la Calzada México-Tacuba y finalmente dirigirse al Zócalo capitalino. Sin embargo algunas calles, como la Avenida de los Maestros, estaban bloqueadas por granaderos y agentes policiacos, además que había tanquetas antimotines a lo largo de Avenida Melchor Ocampo junto con vehículos del ejército.
Durante el recorrido de los estudiantes, un grupo de choque de alrededor de 400 personas entrenadas por la Dirección Federal de Seguridad y la CIA, conocido como Los Halcones, de ahí el nombre de "El Halconazo", arribaron en camiones y vehículos de granaderos, con el objetivo de atacar con violencia a los estudiantes; lo hicieron desde las calles aledañas a la Avenida de los Maestros. En el ataque utilizaron armas y comenzaron a disparar contra los manifestantes estudiantiles, el tiroteo se prolongó durante varios minutos.
En un inicio los grupos de choque venían armados con varas de bambú, palos de kendo y porras, y en un inicio fueron repelidos por los estudiantes, sin embargo en un contraataque, Los Halcones agredieron a los manifestantes una vez más, ahora con armas de fuego de alto calibre. Ante el ataque, los estudiantes intentaron inútilmente esconderse de los jóvenes armados ante la pasividad de la policía, la cual no intervino y solo fue testigo presencial de la masacre estudiantil. Hasta ahora la cifra no oficial de muertes asciende a 120 estudiantes, sin embargo se desconocen aún el número real de heridos durante la Masacre del Jueves de Corpus.
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