NOEL F. ALVARADO
E. Alejandro Santoyo Castro, uno de los hombres más destacados en derecho penal; con maestría en derecho fiscal, profesor en la Escuela Libre de Derecho; quien ha ocupado importantes cargos en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y en el Consejo de la Judicatura Federal presentó su libro María del Carmen (Nahui Olin).
Nada más correcto que el título de la obra porque así fue bautizada María del Carmen (Nahui Olin: movimiento circular perpetuo).
El autor E. Alejandro Santoyo Castro se fijó de tarea desenmarañar y desmitificar la intrincada historia de uno de los actores en una época que revolcó los cimientos y el entramado social del país: las interminables revoluciones de los primeros 50 años del México del siglo pasado.
A las lluvias, abundantes o escasas, siguen las buenas y malas cosechas; al pensamiento, la rebelión y el dolor; a los desvelos y trabajos del escritor éste libro y su juicio que adelanto: se trata de uno digno de leerse y disfrutarse, que luego se encargará de devolver el servicio para el resto de nuestros días en forma de recuerdo de múltiples vidas.
Se trata de un libro de muchos actores de la vida social, política y sobre todo de la vida intelectual de México: lo mismo aparece Diego Rivera que Siqueiros y Tamayo, Tina Modotti o Edward Weston, otros más y las parejas de nuestra Carmen, poeta y pintora.
Santoyo Castro, desde el primer momento abre premonitoriamente nuestros ojos a la tragedia que va a representar María del Carmen, no nos permite escapar de ella, nos introduce en una esfera planetaria colocándolos alternativamente en uno u otro planeta y en una u otra época de forma tal que la protagonista -y México- sea vista desde todos los ángulos posibles, no sea que se escape un pensamiento, una ofensa, una decepción, una cobardía, una traición, una satisfacción, amor, placer, alegría, un perdón, una vuelta cualquiera que sea su dirección, pues trata de recrear exhaustivamente un tiempo y sus pobladores, dejándonos con la sensación de estar atrapados para siempre en la historia de Nahui Olin: un destino ya escrito y en camino, sin principio ni fin, en la insatisfacción y transgresión, dolor e incomprensión por otro nombre.
El autor obliga al lector a reflejarse y verse reflejado en todos los personajes de la obra en lo que pareciera el agotamiento de la función del lector -la otra mitad del dialogo-; sin embargo, no es así, pues puede no solo contarse la historia, sino también recrearla una y otra vez en mundos alternativos en virtud del llamado efecto mariposa que se nos ofrece naturalmente.
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